lunes, 7 de septiembre de 2009

de como me hice mazdeista

de como me hice mazdeísta

y los solsticios declinantes enrojecían muchedumbres. a veces se elevaban globos pero era mas fuerte el viento.
se cristalizaba la luz en el ámbar. Íbamos de la mano, por la dársena, el camino se abría nítidamente frente a nosotros. no fue preciso atravesar el día para ver los primeros pescadores; los artesanos trabajaban como langostas. era tan necesaria la embriaguez, que sin pensarlo nos sumergimos en ella, pues estaba en nosotros, ahora fluyendo hacia el mar.
Mañanas inexistentes, en islas inexistentes, con seres inexistentes. el sol verdurando los cocos. y la marea arrojándose desde siempre a aquellos pasajes de la memoria.
ah!! sin tan solo fuera la flor de Ueno. Seguía un mapa antiguo, anónimo, de las regiones del tiempo y del espacio, de los campos del vértigo. Un fragmento, una línea, no necesitaba de mayor cosa para perderme. Avanzaba sin pretextos pero avanzaba hacia lo ineluctable.
Es como si llevara una vela encendida en la tormenta, mas, el ultimo fuego, que es el primero y primordial, yo, sobreviviente, tengo que atravesar las aguas con el fuego de Persia.

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